El glaucoma afecta hoy a 60 millones de personas en todo el mundo, y, según las estimaciones de la Asociación Mundial de Pacientes con Glaucoma WGA, se espera que el número aumente, por la progresión silenciosa de la enfermedad.
Se trata de una enfermedad ocular progresiva que ocasiona daño al nervio óptico. Este transmite información desde el ojo al cerebro y el glaucoma puede ocasionar una pérdida, gradual e irreversible, de la visión.
Todas las personas mayores de 60 años tienen un mayor riesgo de sufrir la enfermedad.
Otros grupos de riesgo incluyen a personas con historia familiar de glaucoma, personas con presión ocular elevada, enfermos con Diabetes y el uso de corticoesteroides.
Dos tipos de glaucoma: Agudo y Crónico.
El glaucoma agudo, habitualmente lleva al paciente a la consulta por los síntomas que produce: dolor, ojo rojo, visión borrosa, visión de halos de color alrededor de las luces, náuseas y vómitos. Es poco frecuente, representa el 5% de los glaucomas, pero es un cuadro clínico de urgencia médica y debe tratarse de forma inmediata.
El glaucoma crónico, la forma más común, suele ser asintomático y esto es lo que nos pone en alerta. Un aumento de la presión en el ojo, no significa que se tenga la enfermedad, pero sí lo ubica entre los pacientes de riesgo.
Cómo prevenir
La medición de la presión ocular, parte importante de un examen oftalmológico exhaustivo, no es suficiente para detectar glaucoma; será necesario realizar un fondo de ojo y un campo visual.
Aunque no se puede curar, el glaucoma puede ser controlado con colirios (gotas para los ojos), pastillas o con cirugía, convencional o láser.
La única manera de prevenir la ceguera por glaucoma es mediante la detección precoz, para iniciar el tratamiento lo antes posible; mientras menor sea el daño del nervio óptico, mayores serán las probabilidades de evitar la progresión de la enfermedad.
Todas las personas deben realizar un examen ocular cada año con un profesional de la visión.
Servicio de Oftalmología de la Clínica Privada Vélez Sarsfield