La dermatitis atópica es una enfermedad inflamatoria de la piel, no contagiosa, pruriginosa (que genera picazón), crónica, de curso y pronóstico variables.
Suele aparecer en los primeros años de la niñez y es más común en personas con antecedentes familiares de esta enfermedad, así como de otras afecciones alérgicas.
La sequedad de la piel y el prurito son manifestaciones características de esta enfermedad, junto con la aparición de zonas enrojecidas, agrietadas, engrosadas, con costras, secreciones y en ocasiones infecciones, cuyas localizaciones predominantes varían de acuerdo a la edad de los pacientes (mejillas, pliegues, cuello, etc), aunque cualquier parte del cuerpo puede estar afectada.
Durante el invierno las manifestaciones de dermatitis atópica suelen intensificarse debido a la sequedad del ambiente y cambios bruscos de temperatura a los que se ven sometidos en esta época del año los pacientes, por lo que se deben acentuar las medidas de prevención y cuidado personal con el fin de prevenir los brotes.
Algunas recomendaciones para ello son:
- Mantener los ambientes húmedos: se pueden colocar recipientes de agua o bien utilizar humidificadores.
- Se recomienda realizar baños cortos y con agua tibia, no excesivamente caliente, prefiriendo sustitutos de jabón (“syndets”) o jabones cremosos.
- Secarse suavemente, sin frotar.
- Utilizar abundante crema humectante y emoliente, al menos dos veces al día.
- En cuanto a la vestimenta, el paciente atópico debe utilizar ropa de algodón, de colores claros, holgada, evitando el contacto de su piel con prendas confeccionadas con tejidos sintéticos o lana. Las prendas deben ser adecuadas a la actividad del paciente y la temperatura ambiente. Evitar el uso de detergentes, blanqueadores y suavizantes para el lavado de la ropa.
- Evitar el aumento de la temperatura corporal y la sudoración ya que empeoran el prurito.
Ante cualquier sintomatología no dude en realizar su consulta con el Servicio de Dermatología de la CPVS.