En el Día Mundial contra el Cáncer Infantil, te acercamos algunas recomendaciones para acompañar a niños en tratamiento oncológico.
Recibir un diagnóstico de cáncer implica afrontar situaciones desconocidas y desafiantes, además de un cambio radical en las rutinas, tanto del paciente como del grupo familiar.
Los niños y adolescentes suelen responder con un abanico de emociones que reflejan las de su contexto primario. En tal sentido, padres y cuidadores resultan integrantes fundamentales del equipo a cargo del tratamiento: los médicos conocerán el proceso específico contra el cáncer, pero no son ellos quienes conocen realmente al niño.
¿Cómo compartir la información?
El niño experimentará menos temor y preocupación si se le proporciona información de una manera adecuada a su edad. Esto, además, le ayudará a sobrellevar la situación y fomentará la confianza con las personas a cargo de su atención.
Bebés y niños menores de 2 años
- Se sienten más seguros cuando las rutinas con las que están familiarizados son preservadas.
- Se tranquilizan al ser acurrucados y al permanecer cerca de los padres y cuidadores.
Niños de 2 a 5 años
- Deberán saber el nombre de su cáncer, datos sencillos sobre el tratamiento y escuchar información básica sobre cómo cambiará su cotidianeidad.
- Se les pueden proponer juegos y actividades didácticas que ayuden a comprender lo que les sucede.
- Necesitan que se les diga que nada de lo que hayan dicho o hecho provocó la enfermedad; y que la misma no es contagiosa.
Niños de 6 a 12 años
- Podrían formar sus propias ideas sobre qué es el cáncer. Puede ser útil preguntarles qué saben desde un inicio.
- Es necesario informarles sobre el nombre y tratamiento de su enfermedad y darles a conocer qué pasará con la escuela y sus demás actividades.
- Necesitarán escuchar que la enfermedad no es un castigo por algo que hayan hecho.
- Pueden tener inquietudes sobre los cambios en su aspecto físico.
- Encuentran útil leer libros sobre el cáncer o compartir con otros niños en su misma situación.
- Precisan saber que siempre se les hablará con la verdad y lo positivo que es que hagan todas las preguntas que necesiten y que compartan lo que piensan.
Adolescentes de 12 a 18 años
- Suelen comprender información más compleja sobre su cáncer, incluyendo el tratamiento y los procedimientos médicos, así como los riesgos y beneficios de los mismos. Resulta fructífero que la reciban directamente desde el equipo de profesionales.
- Podrían encontrar útil relacionarse con otras personas de su edad que tengan cáncer.
- Podrían preocuparse por los cambios en su aspecto físico.
- Les interesa saber si pueden hacer cosas «normales» de adolescentes, como ir a fiestas, realizar diversas actividades y pasar tiempo con amigos.
- Se les deberá ofrecer la oportunidad de participar en las decisiones sobre el tratamiento y de escuchar lo que es recomendable hacer.
- Podrían beneficiarse de hablar con especialistas acerca de sus sentimientos, sin la presencia de sus cuidadores primarios.
Adaptarse a la nueva normalidad
- Trabajá a la par de especialistas en salud mental, orientados a prevenir la comorbilidad psicológica y manejar las situaciones específicas que se presenten durante el proceso de adaptación a la enfermedad.
- Animá al niño a hablar sobre lo que siente.
- Incentivá el tiempo de juego y las actividades recreativas.
- Mantenelo en contacto con sus amigos.
- Permití que elija, cuando resulte adecuado. Los más pequeños pueden decidir el color de la medicina a tomar primero. Los mayores, pueden anotar las medicinas que funcionan mejor para controlar los efectos secundarios como las náuseas y el dolor.
- Procurá no cambiar tus formas de vincularte, resulta útil para un niño que las cosas permanezcan igual.
El cáncer infantil repercute de forma considerable en la vida de los pacientes y sus familias. Activar mecanismos de adaptación es fundamental para contribuir a su bienestar y reducir las secuelas cognitivas, afectivas y sociales.
Fuentes:
American Cancer Society – https://www.cancer.org/
OMS/OPS – Atención psicosocial del cáncer pediátrico